La migración en su camino a ser verdaderamente reconocida como un Derecho Humano

Abstract

Desde el principio de los tiempos la movilidad es parte esencial de la humanidad. A lo largo de su historia aquella característica de los pueblos nómades fue trocando en sedentarismo y evolucionando al concepto actual de migración. Asociada para la humanidad como una necesidad de supervivencia o a un mejor vivir para sí o sus grupos, la conformación de los Estados la visualizó de distintas maneras sea promocionándola o considerándola un riesgo para sus propios ciudadanos, pero siempre imponiendo el ejercicio de su soberanía. Es recién en la segunda parte del Siglo XX que se abre su consideración como un Derecho Humano y concretamente a partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada en el año 1948, pero hubo que esperar hasta el corriente Siglo XXI para que se reconozca en legislaciones positivas. Sin embargo, no sólo no ha sido unánime esa recepción del derecho, sino que en ocasiones se revirtió esa corriente considerando al migrante hasta como “ilegal” autorizándose formas expeditivas de expulsión, incluso dejando la decisión en manos de autoridades administrativas soslayando la intervención judicial. Es necesario valorizar debidamente a la migración como un Derecho Humano, a la vez que reconocerle su impacto favorable no sólo en el ámbito socio-económico sino también en lo cultural, beneficiando tanto a los países de acogida como a aquellos de origen del migrante.