Enseñanza para la Libertad: Lectura para la disidencia

Abstract

En nuestro mundo digitalizado y globalizado el disentimiento y la otredad corren peligro. Su comodificación, es decir, su transformación en productos de mercado ha ido despojando a ambos conceptos de su interesante complejidad. Por un lado, el consumismo actual no intenta imponer un orden sino que trata de destruirlo. En este sentido, el disentimiento no es de temer. El mercado lo integra, lo pone a la venta y de esta manera, lo neutraliza. Por otro lado, cuando las distintas culturas son transformadas en mercancías, terminan simplificadas. Una parte de ellas, la que resulta funcional al mercado, es aceptada, mientras que la otra es descartada. En esta forma, se generan muchos de los estereotipos culturales de la actualidad. La literatura, por su parte, le hace frente, a la comodificación en tanto le brinda un espacio al disentimiento y a la otredad. Esta característica la hace fundamental a la hora de garantizar la supervivencia de la democracia, la cual implica la aceptación y respeto por la pluralidad de puntos de vista. Desafortunadamente, algunos académicos como los franceses William Marx y Antoine Campagnon concuerdan en pensar que en occidente la literatura está moribunda. La indiferencia la está aniquilando. En estas tristes circunstancias la docencia tiene un rol clave que jugar. Una pedagogía crítica y multicultural es fundamental para la supervivencia de la democracia, y la literatura es una herramienta inigualable para lograr este fin. Sin embargo, los docentes debemos ir más allá de la concepción de la literatura como un objeto autosuficiente sin ninguna conexión con el mundo que la rodea. Solo así los educadores podremos sentar los cimientos de la república de la imaginación de la que habla Azar Nafisi.